lunes, 9 de noviembre de 2009

Un cuento sin huesos


Algo me quedó claro, dos mil veces para pensarte son muchas. Tantas que recordé chicles rojos, Bubli Bubli, para pagar en Starbucks, que Mónica Naranjo escribió Mal Herido, de Magneto.
Que tu nombre no es un accidente.
No es externo a nada. Quiero escribir de la sopa de coco con langostinos del domingo. Del pinche frío parisino, pero tu nombre no es un accidente, ni tus ojos, ni el sonido de todas tus sonrisas.

Quiero escribir de lo mal que me siento, de que a mi edad he tenido dudas, preguntas, todo tipo de resbalones. Pero escribo tu nombre, que no es un accidente. En medio del día o en medio de la noche. Después de las dos mil veces que te pienso, que ya quedamos son muchas, escribo tu nombre. Me desespero porque quiero que me lea un público que no tengo. Yo no dejo de typear y borro y mezclo tu nombre con el esqueleto de un cuento que no tiene huesos.

Otra. Otra. Otra. Otra. Otra y otra vez: tu nombre, ya sin mayúsculas, sin ganas de decirlo, me peleo con las letras de tu nombre, que con tu voz, se burla mientras yo le mento la madre.

Tu nombre que es real y grosero.
Tu nombre que no es un accidente.
Tu nombre. Una línea negra en medio de un cuento sin huesos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

y si, mentar madres a veces funciona... un nombre en un cuento sin huesos no es tan malo, mientras no termine como el apellido de una realidad sin ser...

Como siempre, un placer leerte... un beso del lado izquierdo jumper...

Anónimo dijo...

AMO TUS FINALES. TU LECTURA VA LLEVANDO Y EL FINAL ES UN RITMO DIFERENTE QUE HACE QUE QUIERAS MAS

MARIA FERNANDA GARCIA

AC dijo...

si queremos mas escribe mas seguido!!!!! no sabes lo que provocas!!! TQ luigi